Bajo la forma de una antología sobre el desamor del Seicento italiano, el conjunto de arias recogidas en este programa destila los perfumes más envolventes del amplio repertorio de arias a voce sola compuestas a partir de la tercera década del siglo XVII italiano. La época que las vio nacer puede considerarse de entre las más fecundas de la historia de la música. Con una antigüedad, cuando menos, de cincuenta años, el bajo contínuo se convierte en un elemento decisivo y fundamental de la historia de la escritura vocal. En busca de la renovación del drama antiguo y de su enorme poder psíquico, los primeros teóricos de la ópera establecieron el dogma de la primacía de la palabra sobre la música. Convencidos de que la música de la antigüedad ejercía su influencia sobre el alma más por la acción de la retórica verbal que por su vestuario sonoro, inventaron el recitativo como antídoto a los excesos en el desarrollo musical del acompañamiento que iban más contra la música que en su favor.
Pero a partir del tercer decenio del siglo XVII, el recitativo « florentino » acaba por cansar y la dictadura de los poetas se acaba, víctima de los caprichos del oído. En la cantata romana, como en la ópera veneciana –Rossi, Carissimi, Cavalli, Ferrari, Cesti…- la música pura se libera de la palabra. Al contrario de las progresiones erráticas, sin orientación tonal, del primer barroco, el ritmo armónico se encierra en estructuras cíclicas dominadas por la acción combinada del bajo ostinato y de los esquemas métricos resultantes de la danza estilizada. La ópera no es sino un catálogo de « afectos » y el aria desplaza al recitativo. Más que una materia maleable en movimiento, en la continuidad de su ejecución, el « afecto » se convierte en una mirada estática sobre la imagen, un pezzo chiuso, solidificado en la estructura estrófica del aria.
Como si fuera una expresión mimética de una dimensión psíquica puesta en escena, el aria se convierte en una especie de doble psíquico del yo, que el compositor traslada a la mente del oyente con el objeto de « afectarlo », de « moverle los afectos ». Expresión del temperamento que se expresa con el sonido, el aria habla el idioma de los cuatro humores, la cólera, la flema, la sangre y la melancolía, traduciendo en música su específica dinámica corporal. De ahí la existencia de toda una retórica de los « lugares propios », de los distintos humores que los compositores aprenden a identificar a través de los sentidos de los textos. Si la cólera hace bullir la sangre, multiplicando la rapidez de la elocución y la velocidad de las vibraciones vocales, la melancolía, fría y seca, produce la depresión, paralizando el movimiento de los espíritus, como una helada endurece la nieve; la expresión es lenta y retardada (tardo e lento) y el tono de la voz es grave, oscuro y deprimido. La cólera será reconocida en las alusiones de los poetas a todas las formas del fuego, el humor negro en las metáforas relacionadas con el frío: el mármol, la piedra, el temor, los fríos sudores, la torpeza, el sueño….De ahí surge un arco iris de pasiones: hipertrofia en la vocalización, registros agudos, stile concitato para la cólera; incoherencia formal para las escenas de locura: registros graves, o en todo caso extremos, intervalos disonantes, falsos bordones, bajos profundos, tetracordos frigios descendentes (la, sol, fa mi), passacaglias y chaconas cromáticas, ritmos de zarabanda, bruscas y desarticuladas modulaciones para la melancolía. De esa manera, en Foll´è ben che si crede de Tarquinio Merula (Curtio precipitato et altri capricii, Venecia, 2, 1638), el « dulce martirio » del amante caído en la trampa del amor, se traduce en una linea melódica de enorme encanto construida con movimientos descendentes del bajo contínuo, propios de los lamentos en tono mayor.
La firma del humor negro, en el Eraclito amoroso de Barbara Strozzi (Cantate, ariette e duetti, Venecia 1651, op. 2) es la de la figura del filósofo griego. Conocido por los humanistas por llorar con cálidas lágrimas después de haber meditado sobre la sinrazón de los hombres, cubre con su autoridad filosófica el desgarro del desamor. Expresión, por excelencia, del carácter bipolar de la melancolía, la enumeración a modo de letanía del « dulce martirio » y de la « dolorosa alegría », autoriza el recurso a la escritura del lamento. La línea melódica evoluciona en equilibrio con el terreno resbaladizo de un bajo ejecutando de una manera obsesiva un tetracorde frigio descendente; a veces se desplaza, produciendo toda una suerte de retardos y de interevalos melódicos « falsi », como en « gemiti », « duolo », « lagrime », al mismo tiempo que utiliza una serie de vocalizaciones muy alegres en « delizia », « gioie », « aggradami », en contrapunto con el mismo bajo. Todo ello expresa la idea del placer en el sufrimiento.
El Amante segreto (op.2) describe la tierna languidez de un amante que prefiere la muerte antes que declarar su amor. La opción del tetracorde descendente en « mayor » atempera la acidez del humor negro, mientras que la inserción de recitativos narrativos aligera la obsesiva monotonía del bajo. La determinación del amante a encerrarse en su mutismo asume, desde ese momento, el valor de un estribillo obstinadamente repetido que el bajo « obstinado » que le acompaña, traduce.
El « lamento » Che si puo fare (Arie, op.8, Venecia, 1664) trata de la tensión de fuerzas opuestas, típica del « extremitas » melancólico. En las palabras « influsso di pace » y « penare », una melodía en línea quebrada serpentea entre el agudo y el grave conectando, sin resolverlas, las cualidades contrarias del sostenido y el bemol. Esta forma magistral de traducir la ambigüedad de un « affetto misto », denota la profunda maestría de Bárbara Strozzi en la utilización de los recursos de la retórica musical, tópicos que, sin embargo ella pone al servicio de una elocuencia superior al análisis de la que saca partido para introducir en el alma maravillosos vértigos de abandono y encanto.
Como la versión de Monteverdi, Voglio di vita uscir de Benedetto Ferrari (Musiche varie II, 1637) es un ejercicio de estilo que incumple intencionadamente el precepto del arte poético de Horacio que prohibe tratar un elemento trágico en un registro cómico. Muy barroco debido a su ambigüedad, el afecto que trata de poner en música es el sarcasmo del amante que asiste, como divertido espectador, a su fracaso amoroso. Con este fin, el compositor combina el énfasis verbal esencial en el lamento y el ritmo danzante de la chacona en modo mayor, convertido en célebre por Zefiro torna e Il bel tempo rimena de Monteverdi, cuyo ethos primaveral resuena aun en la cantata Es steh Gott auf de H. Schütz en frases como « aber die Gerechte müssen sich freuen » (los justos deben alegrarse).
El aria « da piu parti » Mi serpe nel petto de Maurizzio Cazzati es un ejemplo de la sintáxis del bel canto operístico.
El hecho de que Monteverdi fuera fiel hasta sus últimos días a la primacia « florentina » de la palabra sobre la música pura, hace del aria Si dolce è´l tormento (Milanuzzi Quarto scherzo delle ariose vaghezze, Venecia, 1624), una feliz concesión al sensible encanto de las arias operísticas propias esta época. Es una de las arias más bellas del maestro.
La ciaccona de Piccinini constituye un ejemplo más de la gran difusión del ostinato de Zefiro torna, utilizado por Merula y por muchos otros. Si el ritmo periódico de esta composición es para la tiorba lo que la forma estrófica es para la poesía, la Toccata VII de Kapsberger retorna a la pulsación desprovista de métrica regular de la prosa. La forma avanza vacilante de un modo al otro, al azar de los intervalos acumulados, sin preocuparse en exceso del dogma de la unidad de acción; la coordinación de las partes se lleva a cabo a través de una forma episódica típica de la improvisación escrita. Durante el Renacimiento y al principio del barroco, esta sintáxis es el lugar de la creación inspirada y del genio melancólico. Se encuentra, en los lamentos, los tombeaux, las fantasías en estilo fantástico y en los preludios sin medida, porque su artificial desorden (diligens negligentia), sinónimo de non fini, nos refiere al carácter supra-racional del autor. Superior al análisis y a las determinaciones matemáticas del ritmo, esta música brota, ore rotundo, de los dedos de los instrumentistas que corren, sin reflexionar, sobre las cuerdas, tal y como establece un consejo bien conocido de los teóricos de la magia blanca para alcanzar la gracia sin hacer intervenir a la razón. Como el lamento de Froberger « compuesto en Londres para evitar la melancolía », esta música se interpreta « lentamente y con discreción » y con nobile sprezzatura, con un menosprecio total del compás. Esta música introduce al artista, a través de la improvisación, en un estado de ausencia de ideas preconcebidas, fecundo y dinámico, porque el espíritu, como el amor, respira cómo y dónde quiere, flat ubi vult.
Brenno Boccadoro
Traducción : Josep Cabré
1. Folle è ben che si crede, Tarquinio Merula (c.1595-1665)
2. L´Eraclito amoroso, Barbara Strozzi (1619-1664)
3. Rissolvetevi pensieri, Barbara Strozzi
4. Ciaccona, Alessandro Piccinini (1566-c.1638)
5. Augellin, Stefano Landi (c.1587-1639)
6. L´amante segreto, Barbara Strozzi
7. Voglio di vita uscir, Benedetto Ferrari (c.1603-1681)
8. Mi serpe nel petto, Maurizio Cazzati (c.1620-1677)
9. Che si puó fare, Barbara Strozzi
10. Toccata VII, G.Girolamo Kapsberger
11. Son ruinato, apassionato, Benedetto Ferrari
12. Si dolce è il tormento, Claudio Monteverdi (1567-1643)
“The duo chose a varied program of laments, ground basses, and solo theorbo pieces, primarily works that are well-known and performed often. However, the sense of intimacy between the Andueza and Baena is both unique and palpable. Pieces that I’ve heard over and over again are given life through fresh interpretation, often exuding a feel that’s more improvised than anything else. Andueza has a seductive tinge of melancholy in her singing that draws you in, not to mention a wide palette of colors she uses to great effect. Baena is as fine a theorbist as I’ve had the pleasure of listening to on recording. His interpretation of Johannes Kapsberger’s Chiaconna exhibits striking musicianship, as does his excellent accompaniment (full of creative textures). Speaking of chiaconna’s, it was lovely to discover Ferrari’s Voglio di vita uscir (“I would depart this life”) having only been familiar with Monteverdi’s setting over a similar bass line”
(bernardgordillo.com)
"Raquel Andueza desgrana cada pieza con una emisión llena de matices y una excelente adecuación voz-texto. Como si de una actriz se tratase, su énfasis verbal es exquisito y pone sus recursos técnicos al servicio de la música. Por su parte, Jesús Fernández Baena es un excelente e inspirador complemento para la voz de la soprano ya que en ningún momento es un mero acompañante. Siempre es una parte muy activa y está atento al significado de lo que se está cantando. Su forma de tocar o tañer (como se prefiera) las cuerdas de su instrumento nos abre las puertas a un gran universo sonoro y fantástico al mismo tiempo. En este disco se mueven las pasiones, los afectos y hacen un recorrido por todos los estados de ánimo, perfectamente delimitados en el estilo por el amor y los tormentos que éste causa. El tratamiento que hacen de los afectos es conmovedor, como no podía ser de otra forma. Un trabajo de filigrana y un inmejorable comienzo en el mundo de la discografía. Es de desear que su próximo trabajo salga pronto al mercado"
(Héctor Guerrero GRAMOPHONE junio 2009)
“Éste es uno de esos escasos registros que aligeran notablemente la labor del comentarista discográfico. Es, en dos palabras, absolutamente recomendable (…) Como explica Brenno Boccadoro en las notas al CD, en aquel momento “el aria se convierte en una especie de doble psíquico del yo que el compositor traslada a la mente del oyente con el objeto de afectarlo”. Las que aquí se incluyen cumplen admirablemente este objetivo: quien escucha queda “tocado” por la belleza y expresividad de una línea melódica y una armonía que, no por lo sencillo, dejan de pintar con eficacia el dramático contenido de los textos. Raquel Andueza parece encontrarse como en casa con este repertorio: tan dulce, intensa y turbadora como ajustada en estilo. Cuenta además con el cálido y profesional acompañamiento de Jesús Fernández a la tiorba”
(María Santacecilia. DOCENOTAS. 6 de julio de 2009)
"No me cansaré de repetir que España ha alumbrado recientemente una prodigiosa generación de cantantes especializados en el repertorio barroco, la mayoría de ellos situados en la treintena, año más, año menos. La punta de lanza de esta formidable plétora la constituyen, a mi modo de ver, tres sopranos: Núria Rial, María Espada y Raquel Andueza. Sin el aparato mediático que ha encumbrado, en no pocas ocasiones sin merecerlo, a algunas divas foráneas (sobre todo, francesas), Rial, Espada y Andueza están hoy entre las mejores cantantes del mundo (al menos, lo que a la interpretación historicista respecta) y no porque lo diga yo, sino porque lo dicen sus agendas. Si no me equivoco, éste es el segundo registro en solitario de Andueza, después del que grabara para Naxos, junto al arpista Manuel Vilas, con tonos humanos de Sebastián Durón. Esta vez la acompaña el tiorbista Jesús Fernández Baena, con el que forma dúo estable desde hace algún tiempo. La soprano navarara ha escogido una florida selección de arias de amor del Seicento italiano, compuestas a paratir de la tercera década del siglo. Son piezas debidas a Claudio Monteverdi (1567-1643), Tarquinio Merula (1594-1665), Stefano Landi (1587-1639), Maurizio Cazzati (1620-1677), Benedetto Ferrari (1603-1681) y Barbara Strozzi (1619-1664). Se incluyen, además, dos piezas instrumentales, una chacoa de Alessandro Piccinini (1566-c. 1638) y una toccata de Giovanni Girolamo Kapsberger (c. 1580-1651), las cuales Fernández Baena, habitual componente de Al Ayre Español y de El Concierto Español, entre otros grupos, tañe con un gusto extraordinario. La gran virutd de este disco es que llega a lo más hondo del corazón, por la paz espiritual que transmite. Quienes nos dedicamos a la crítica tenemos la suerte (o la desgracia, según se mire) de escuchar muchos discos, lo que no nos permite emplear el tiempo que quisiéramos en los que verdaderamente nos gustan. Les puedo garantizar que éste lo estuve escuchando durante cinco días seguidos sin parar y sin tener la más mínima gana de escuchar otra cosa que pudiera distraer un ápice mi atención. Tal era mi grado de embelesamiento, que no ha disminuido para nada, pues en cuanto tengo la más mínima ocasión me vuelvo a poner con él. Contiene dos de las más hermosas obras compuestas por músicos alguno, el Folle è ben che si crede, de Merula con el que se inicia el compacto, y Si dolce è il tormento, de Monteverdi, con el que se cierra. He escuchado infinidad de versiones de ambas y jamás me habían calado tanto (bueno, he de reconocer que hay un Folle è ben de Núria Rial que circula por ahí que también es capaz de hacer resucitar a un muerto). Pero es que el resto de las arias que se incluyen no le van a la zaga en cuanto a belleza.- Pocas veces he escuchado un programa compuesto por piezas tan arrebatadoras y pocas veces las he escuchado tan bien interpretadas como ahora. Estamos ante un disco de ésos que reclaman un lugar de privilegio en nuestra discoteca, un lugar de fácil acceso para poder escucharlo cuando nos querramos aislar del mundo que nos rodea. Por si fuera poco, el envoltorio es realmente soberbio, no sólo por lo documentado de las notas, sino también por el detalle, siempre de agradecer, de que se traduzca al español las arias"
(Eduardo Torrico CD COMPACT febrero 2009 RECOMENDADO)
"El disco de la soprano Raquel Andueza y el tañedor de tiorba Jesús Fernández Baena bien podría ser un regalo de Navidad o una deliciosa indulgencia en cualquier momento del año. El programa está brillantemente construido en torno a la idea del amor y sus tormentos. Me parece que las arias de la compositora Barbara Strozzi constituyen el eje central del recital, flanqueadas por dos magníficas composiciones de Tarquinio Merula y Claudio Monteverdi. También hay algunas arias de autores como Stefano Landi y Benedetto Ferrari así como piezas para tiorba sola de grandes maestros como Johannes Kapsberger. Los talentos de ambos artistas han quedado bellamente ilustrados en esta producción que posee una excelente toma de sonido que permite el despliegue total de las dinámicas de Andueza y el instrumento de Fernández Baena. La reverberación natural del Convento de la Santa Cruz de Azkoitia es totalmente apta a la atmósfera de media luz de esta producción.- Desde la primera aria “Folle e ben che si crede” (Está loco el que crea) de Tarquinio Merula he quedado prendado de la voz de Andueza y el quehacer musical de Fernández Baena. Andueza es una soprano ligera de timbre argento y dúctil. Las dinámicas que despliega a lo largo de sus interpretaciones no sólo conquistan al oído sino que nos transportan al corazón de cada una de estas arias despechadas y desgarradoras. Los amantes encarnados por Andueza no son personajes melodramáticos del peor corte sino seres humanos tocados por el amor no correspondido.- Fernández Baena, por otro lado, no es un mero acompañante. Todas estas arias tienen una relación casi simbiótica entre la voz y el instrumento. Su toque es poético y el vibrato expresivo que logra en diversos momentos es terso o sollozante según las oportunidades musicales, varias de las modulaciones del bajo continuo son sorprendentes"
(Ricardo Marcos G.)
http://www.ricardomarcosg.blogspot.com
"Raquel es sin duda una de las grandes cantantes españolas de nuestros días. Y su voz se ajusta especialmente bien a esta música, en la que la forma de decir y lo que se dice van en tan estrecha comunión que música y palabra se potencian mutuamente (y se repelen, cuando la dicción, la prosodia o la ornamentación no funcionan como deberían). Las palabras claves de cada tema están aquí perfectamente identificadas y matizadas como corresponde, evitando el énfasis innecesario, pero también la sosería. Raquel es una cantante muy cálida y expresiva para el público, lo que se aprecia sin dificultad cuando se la ve en directo, pero siempre es más difícil captar en una grabación: el trabajo técnico está aquí muy bien hecho, porque su voz (que parte de ese timbre tan particular y definido, inconfundible) transmite con apasionada intensidad el torturado y mórbido contenido de esta música que, cuando fluye así, alcanza una fuerza expresiva arrasadora"
(Pablo J. Vayón / http://pablojvayon.blogspot.com)
"En este terreno se centra este recital de la navarra Raquel Andueza y el sevillano Jesús Fernández: un exquisito y atormentado paseo por la música de Merula, Strozzi, Landi, Ferrari o Monteverdi, que Raquel canta con dulce fiereza"
(Diario de Sevilla, 6 de diciembre de 2008)
"Este disco es un inmejorable ejemplo de todo esto (disfrute a partes siguales de los versos y los sonidos ordenados del canto) y adopta como telón de fondo uno de los temas presidlectos de los poetas clásicos: el dulce dolor del amor. Esa locura tormentosa e impredecible causada por la más indescriptible irracionalidad. Las músicas que sobre tal asunto se escribieron en aquellas décadas son un tesoro ciertamente irrepetible. Se me ocurren pocos títulos mejores que éstos para introducirse en ese mundo, para disfrutar de un repertorio de una belleza incontestable. Y es que imagino que a Raquel Andueza y a Jesús Fernández Baena les costería elegir cuáles de entre todas ellas, incluir en un CD. (...) Hermosísima interpretación, por calidad y calidez, capaz de satisfacer en el más alto grado a todo tipo de emlómano, desde el neófico curioso al sibarita más exigente"
(Mariano Acero Ruilópez. Diverdi diciembre 2008)
"Todo el disco rezuma gusto, exquisitez, sentimiento, apasionamiento y ese halo de tristeza en los afectos del desengaño amoroso. La tiorba de Jesús Fernández en recatado y sutil acompañamiento tiene ocasión de demostrarse a solo en dos breves piezas de Kapsberger y Piccinini"
(Variaciones GOLBERG noviembre 2008)